Con helicópteros sobrevolando desde tempranas horas de la mañana, el día miércoles 27 de octubre tuvo lugar la ejecución de la orden de desalojo del asentamiento Cristo Rey en la colonia Primavera Real, distrito de Guayaibí, San Pedro.
Quedaron en la calle, sin contemplaciones, 40 familias que llevan viviendo alrededor de 12 años en el predio, considerado tierras fiscales de procedencia malhabida, reclamadas al INDERT para los fines de la reforma agraria, frente a la voluntad del supuesto dueño, el empresario Miguel Ángel Montaner.
La medida fue acompañada por efectivos policiales y el Ministerio Público, representado por la fiscal Lilian Ruíz.
Familias desahuciadas con los pocos enseres que pudieron rescatar.
La última forma de expresión de un patriarcado, vertical y machista, es la represión física, acompañado de la difamación o la persecución judicial, porque el fin último es la de imponer con la violencia su poder y no con la inteligencia, el raciocinio, o con el diálogo.
Para ser un Estado Plurinacional, se debe de actuar de otra forma, no instituyendo la violencia, y mucho menos hacia las mujeres para someterlas, cuando exigen sus derechos e igualdad o paridad en todos los ámbitos organizativos, políticos u administrativos, la mujer no es enemiga del hombre, tampoco es su competencia, la compañera de vida, es la que da vida.
Este domingo 24 de octubre, de 14 a 18 horas, en el local de Semilla Róga-Asunción, ubicado en la calle Ramón Zubizarreta N.º 639 c/ Santísima Trinidad (a la vuelta de Anpande) en el barrio Santísima Trinidad, se llevará a cabo una edición más del ciclo de encuentro con mujeres. La inscripción se hace en el número (0994) 109175 y tiene una inversión sugerida de G. 70 000.
En esta oportunidad se contará con la participación de doña Petrona Villasboa, campesina, médica naturista, integrante de la Organización Conamuri, quien compartirá sus saberes empíricos sobre partería y plantas medicinales para el cuidado de la salud femenina. Con ella han nacido vivos 238 niños y es una referencia en su comunidad, la colonia Pirapey del distrito de Edelira, departamento de Itapúa.
Leticia Galeano, una de las responsables del ciclo, mencionó: “Esta actividad surge espontáneamente desde la inspiración que nos dan las mujeres indígenas y campesinas. Conamuri fue la primera organización que reivindicó el caso del niño Silvino Talavera (muerto por agrotóxicos en 2003) y de ahí conocemos a Petrona, su madre, tuvimos oportunidad de escucharla en otros espacios y estamos muy contentas ahora de poder cocrear este encuentro donde nos va a compartir sus conocimientos”.
El encuentro se realiza en el marco de la agenda del Círculo de Mujeres para intercambio de saberes y experiencias, aprendizajes, memorias y compartires desde la medicina de la Madre Tierra. Se realiza en el local de Semilla Róga-Asunción, que es un espacio de iniciativa particular, pero que rinde homenaje a las mujeres de Conamuri que inspiran el amor a la tierra, la defensa de las semillas y la promoción de la soberanía alimentaria, al decir de su encargada, Leticia Galeano.
Por su parte, otra de las responsables, Neida Alma Guaraní, dijo que estos círculos nacieron en el contexto de la pandemia como una forma de seguir unidas y compartir saberes tradicionales “de nuestras abuelas, de otras mujeres, conocimientos sobre las plantas, cómo utilizarlas para mejorar la salud, lo que está enfocado en la sabiduría ancestral y el rescate de los saberes que tenemos en Paraguay”.
El pasado 11 de octubre fue una fecha muy especial para las familias de la localidad de Limoy II en el distrito de Minga Porã, Alto Paraná, ya que conmemoraron los 35 años de constitución de la entonces colonia. Se realizó un acto de gratitud y reconocimiento a los pioneros de la comunidad, personas que participaron activamente de la fundación del pueblo y que de muchas formas siguen participando hoy.
Limoy II fue el primer asentamiento campesino constituido en el marco de la lucha por la tierra en los duros años del régimen estronista. Después de la ocupación inicial y la resistencia sostenida, lograron la titulación de las tierras que en ese entonces estaban cubiertas de vegetación. Con el tiempo, los pobladores lograron abrir caminos, levantar la escuela, instalar energía eléctrica y agua corriente y crear vida comunitaria, construir identidad como seres vivientes dentro de ese territorio.
Nosotras, mujeres indígenas de las dos regiones del Paraguay, nos hemos convocado a esta gran marcha de carácter nacional para hacer escuchar la voz de todas las mujeres que viven en las comunidades, voces todavía sometidas y aplastadas, que buscan sacudirse siglos de silencio en procura de la emancipación.
Nos hemos reunido al calor del debate para profundizar en la realidad que se vive en los territorios, una realidad marcada por la violencia y la opresión que no se traduce ya solamente en malos tratos o negación de derechos básicos, no se trata ya de discriminación y exclusión, que son factores comunes en la historia de las mujeres de nuestros pueblos.
Cuarenta familias que viven en el asentamiento Cristo Rey se encuentran en zozobra tras recibir la información de que en el lugar se ejecutará una orden de desalojo prevista para las 6 am del día jueves 30 de septiembre, según consta en el escrito judicial. La medida será acompañada por efectivos policiales y el Ministerio Público, representado por la Fiscal Lilian Ruíz.
El asentamiento se encuentra ubicado en la colonia Primavera Real del distrito de Guayaibí, departamento de San Pedro. La referente comunitaria Rosa Acuña declaró que el caso ha sido judicializado extrañamente después de que el Indert (Instituto de Desarrollo Rural y de la Tierra) confirmara no tener la capacidad presupuestaria para la adquisición de las 406 hectáreas de tierra en disputa al supuesto propietario, Miguel Ángel Montaner, quien había manifestado voluntad para la transacción. “Hace muchos años que no recibimos amenaza de desalojo, pero ahora que no sale el negocio en el Indert, creemos que quiere destinar las tierras al monocultivo de soja o a la ganadería”, dijo Rosa.
En el marco de la actividad denominada “El paseo de las mujeres”, que se desarrolló este fin de semana en la plaza Italia de Asunción, tuvo lugar un conversatorio sobre “Feminismo y agroecología”, a cargo de la Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas Conamuri.
Rosa Toledo, integrante de Conamuri, estudiante de agroecología
Rosa Toledo, proveniente del distrito de Liberación, San Pedro, sostuvo que el feminismo no se puede separar de la agroecología, principalmente el feminismo campesino y popular, que es la línea de Conamuri dentro de lo establecido por la Vía Campesina. “Feminismo y agroecología se complementan, más bien. El feminismo campesino y popular nace a partir de la participación de las mujeres en la Vía Campesina, no se escuchaba su voz como tal, por más que asistían y aportaban al debate, no se las visibilizaba. Entonces las mujeres se juntaron y nació la articulación de mujeres, a partir de ahí se construye el feminismo campesino y popular”.
Este feminismo es uno propio de las mujeres de la clase trabajadora del campo, ya se trate de campesinas, indígenas, artesanas, pescadoras, recolectoras; es popular porque es una construcción colectiva que nace de las luchas, de las ideas, del pensamiento de las mujeres de base, en los territorios, no siguen una línea política trazada por alguna escritora o pensadora en particular, sino que se cimienta en la realidad y las necesidades de las mujeres del campo. “Nuestra realidad como mujeres campesinas es la participación en la agricultura, pero no se nos visibiliza en esa labor, no se valora nuestro trabajo. Ahí es donde entra la agroecología para evidenciar nuestros aportes en la defensa de la tierra, el territorio, el agua, la conservación de las semillas, el reclamo justo contra el acaparamiento y el extractivismo, el repudio contra el uso masivo de agroquímicos. Frente a todo eso, la agroecología reconoce la huella feminista en el momento de defender los bienes naturales, en la producción de alimentos saludables y diversos”.
Existen cuatro dimensiones que no deben ir por separado, pero esta sociedad y la educación bancaria hacen que vayan por separado. Lo primero es la cultura y la relación entre lo humano con la naturaleza y de los seres humanos entre sí. “En la sociedad actual, el ser humano vive como si no formara parte de la naturaleza, dicen que la naturaleza por sí sola no puede satisfacer todas nuestras necesidades y por eso se produce la deforestación, todo lo que implica el modelo de producción vigente”. Lo segundo es la vinculación existente entre el campo y la ciudad: “creemos que lo que pasa en el campo no tendrá efecto en la ciudad y no es así, si el campo no planta la ciudad no come, por eso es importante la implementación de políticas públicas y también alternativas válidas que salen de lo institucional, como el comercio justo, el énfasis al mercado local para que el productor y el consumidor generen un encuentro y dialoguen, para que esa comunicación sea permanente y se pueda fortalecer la agricultura tradicional en esa unidad. Lo tercero es reconocer el trabajo femenino frente al pensamiento de que solo el hombre es el que trabaja la tierra y produce alimentos, esto es una forma de negar el aporte de las mujeres en la economía del hogar, las mujeres son las que guardan semillas, las que recuperan especies, sin ese aporte la agricultura nunca se hubiera desarrollado. La última dimensión sería la relación entre teoría y práctica, creemos que muchas veces los profesionales no respetan los saberes y la experiencia de las campesinas y ahí es donde más se aprende, de ahí nace la ciencia, de lo empírico, la observación.
La Organización Conamuri se declara hoy día partidaria del feminismo campesino y popular, pero no siempre fue así, a medida que el tiempo transcurría fueron agregando elementos al debate y a la lucha sostenida contra la violencia de género y el reconocimiento de las mujeres dedicadas a la labor agrícola. Los resultados de las capacitaciones y de los espacios de articulación tuvieron mucho que ver en este viraje ineludible casi. “Los momentos de encontrarnos y formarnos son los que generan oportunidad para analizar la realidad, desde la recuperación de las semillas o el trabajo en las huertas, todos estos procesos donde están involucradas las mujeres”.
El Paseo de las mujeres es una iniciativa organizada por las integrantes que componen el equipo de Emancipa Paraguay y Kuña Sorora con el apoyo del Centro Cultural de España Juan de Salazar. El proyecto busca recuperar la historia de mujeres que con sus luchas y reivindicaciones lograron importantes avances sociales, económicos y políticos para las mujeres de nuestro país.
Este viernes 1 de octubre a partir de las 10 horas, en la comunidad Santa Rosa del pueblo Qom de Cerrito, distrito de Benjamín Aceval, tendrá lugar la habilitación oficial de la Casa de las Artesanas, un espacio multiuso, de encuentro comunitario, exposición y venta de los productos artísticos, el cual constituye un sueño largamente acariciado por las mujeres indígenas.
El establecimiento fue edificado a partir de los principios de la bioconstrucción, para lo cual se utilizaron elementos propios del territorio, como karanda’y y canto rodado, desarrollando a su vez una obra en arquitectura de tierra con diseños decorativos étnicos.
Octubre es un mes particularmente difícil para las familias campesinas porque es cuando suelen acabarse los productos ya cosechados y todavía no se tienen los frutos de la nueva cosecha. Para espantar al “Karai Octubre”, personaje imaginario que representa la miseria, el hambre y la escasez, el primer día de ese mes la mesa del almuerzo debe estar bien servida con el jopara, plato típico que, para prepararlo, prácticamente se procede a concentrar la chacra entera en una olla. De no ser así, el nefasto karai (señor) dejará muchas premuras en las casas de quienes no han tenido la previsión de cocinar el menú tradicional.
Al respecto, María Inés Dávalos, integrante de la Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas Conamuri, pobladora de la colonia Santory de Caaguazú y de mucha experiencia acompañando ollas populares y ferias de comidas típicas, dijo que el locro a utilizar debe ser de media porción por cada porción entera de legumbres, que pueden ser poroto san francisco, poroto rojo, kumanda yvyra’i, poroto manteca, variedades que generalmente se guardan para todo el año. La preparación comienza en la víspera, dejando en remojo los porotos y el locro por separado. “Al día siguiente, se echa todo en agua, se hierve y se le pone hortalizas y verdeos, hay quienes le ponen maní también. Casi al terminar se le agrega zapallito y kesuparaguái”. María comenta que hay personas que prefieren no poner en remojo los ingredientes una noche antes y entonces cuecen al fuego la preparación por al menos cinco horas.
María Inés Dávalos.
Ana Resquín vive en el distrito Santa María de Misiones e integra también la organización Conamuri. Ella nos cuenta un poco cómo es recibir al “Karai Octubre” hacia su comunidad y cómo la tradición se va perdiendo en medio de la vorágine de la vida moderna.
“Esta es una comida tradicional que viene de nuestros ancestros, le llaman jopara (mezcla) porque consiste en mezclar todo lo que se pueda para preparar el almuerzo del 1 de octubre, un mes largo y que se suele asociar con carencias”. El locro, que es el maíz blanco bien triturado en el mortero, se cocina con los porotos, los cuales aportan proteínas para nuestro cuerpo, en tanto que el locro “enfría”, aliviana el organismo; a veces comer demasiada carne hace mal, deja pesadez, y este plato es una excelente forma de suplir la carne, dice ña Ana. “Algunos le ponen leche o queso para hacerlo más sustancioso, otros le ponen fideo hoy día, depende de cómo queramos hacer, pero básicamente combina dos elementos, el locro con el poroto”, continúa, y agrega: “nuestra forma de hablar también se llama jopara porque el guaraní se une al castellano para poder comunicarnos”.
María Ana Resquín en la feria comunitaria.
Ese día también se suele preparar mazamorra (kaguyju) de postre y en algunas familias se bendice la mesa del almuerzo con un rezo a algún santo protector, “pero el jopara no tenés que comer solo, tenés que invitar a los vecinos para que sea mejor el conjuro contra la miseria”, dice ña Ana, para luego recordar que es también costumbre fijarse en qué porte tiene la primera persona que visita nuestra casa ese día: “si viene bien vestido o se sabe que es alguien que tiene plata, te va a ir bien, pero si es una persona problemática, entonces de ese hay que cuidarse porque ya sabés que te puede ir mal”.
Otra vieja tradición que recuerda la referente campesina es que anteriormente se sahumaba la mesa con el humo que despide la olla donde se cocinó el jopara “para espantar al mal que puede estar rondándonos en la casa”.
Las costumbres tal vez cambiaron un poco, dice ña Ana. “Hoy la hora vuela, ya no tenés tiempo de ir a recoger de la chacra lo que cultivaste, machacar en el mortero o descascarar el avati locro para preparar el jopara, hacer fuego con leña, todo eso lo hacían las mujeres y de alguna forma se deben rescatar esos conocimientos para que no se pierdan”, finalizó.
La cocina condensa saberes que se transmiten de generación en generación, las formas de cocinar son mantenidas por las comunidades y pueden variar según el territorio. Esta tradición del jopara no pierde vigencia, pero se puede volver un tanto insostenible en el contexto actual de suba de precios de la canasta básica, donde un kilo de mandioca se está ofreciendo en algunos sitios de la ciudad a G 5.000, un precio histórico, por no decir criminal, sobre todo al tener en cuenta que los productores ganan entre G 300 a 350 por cada kilo, según informan desde la organización Conamuri.
El Arq. Juan María Fadul inició el miércoles 8 de septiembre una huelga de hambre en la entrada misma de la urbanización Surubi’i, ubicada entre las ciudades de Limpio y Mariano Roque Alonso, en el departamento Central. La misma obedece a que han cerrado tres calles con custodio privado, dificultando que los legítimos propietarios, según leyes civiles, accedan a sus terrenos.
Arq. Fadul es asistido durante su huelga de hambre.
Esta medida de fuerza se encuentra en ejecución en vista de la injusticia que se comete con la población económicamente desfavorable, la cual accedió a un título sobre las tierras gracias a la donación del Arq. Fadul. Se trata de 102 familias y 10 organizaciones conviviendo en barrios donde residen personas y corporaciones de considerable caudal financiero que rechazan proyectos de creación de barrios inclusivos y la democratización de la tierra para que más familias paraguayas puedan sostener una esperanza.