Breves apuntes sobre la lucha prolongada contra todas las injusticias

Visibilizar las violencias y discriminaciones contra las poblaciones rurales e indígenas y tratarlas es una necesidad

Colaboración de Sandra Bosger*

En el marco de la lucha prolongada organizada por la Plenaria Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Populares, de la cual forma parte Conamuri, se denuncian las injusticias que viven las comunidades campesinas e indígenas. Tuve la suerte de poder acompañar a los participantes en el campamento que se montó en la plaza O’Leary, en símbolo de resistencia. Hoy es el decimoquinto y último día de resistencia, momento clave en la decisión de una posible derogación de la ley Riera-Zavala.

Aprobada en septiembre de 2021, esa ley criminaliza la ocupación de tierras y prevé hasta 10 años de cárcel para «invasiones» de propiedades privadas. Su derogación es una de las reivindicaciones más destacadas del conjunto de asociaciones.

Aunque uno lo sepa, estar presente en las carpas, observar, escuchar y conversar con los participantes en esa protesta, permite entender más su realidad. Cada uno tiene su historia, muchas veces salpicada de ataques, experiencias fuertes e inhumanas.

A pesar de la situación de pobreza que viven a diario o las condiciones precarias en el campamento, siguen compartiendo. Demuestran una solidaridad increíble entre ellos y los que les apoyan. Se organizan muy bien (ollas populares, distribución del espacio, etc.).

15 días cumplidos, de lucha, de marchas casi todos los días y todavía están de pie, gritando en las manifestaciones delante del Parlamento, de la Fiscalía, de los ministerios, con la misma fuerza que el primer día. Ni la lluvia o los bajos comentarios de algunos viandantes los paran, porque su lucha es más fuerte. Tienen una convicción impresionante, es realmente cuestión de vida o muerte, como lo demuestra este lema: ¡Luchar, vencer o morir! Aunque las opiniones pueden variar de una asociación a otra, se unen para tener más influencia, fuerza y visibilidad. Cada día se van sumando más gente.

Las cifras hablan por sí solas: en 2020, se registran 11 situaciones de violencia afectando a 5.061 personas aproximadamente, y 106 personas detenidas alrededor de estos conflictos por la tierra. Representa una persona detenida cada 3 días, vinculadas a conflictos por la tierra en Paraguay).

En el año 2021, la situación fue parecida. Hasta el 31 de julio de 2021, se registraron 9 situaciones de violencia, 7 desalojos y 2 allanamientos en comunidades campesinas, también 65 detenciones. Se habla de violencias hacia 1.500 personas, incluyendo mujeres, niños, personas con discapacidad, hombres. Se denunciaron quema de ranchos, de cultivos, y robos de sus pertenencias. En comunidades indígenas, se reportaron 11 situaciones de violencia (9 desalojos y 2 ataques), afectando a 3.400 personas.

Para terminar, en los últimos 5 meses del año pasado, entre agosto y diciembre de 2021, se realizaron 6 desalojos que afectaron a 4.000 campesinos, 4 desalojos a comunidades indígenas, constando de 900 personas.

Más allá de las violencias directas como los desalojos o de las violencias físicas ejecutadas por los policías o civiles armados, está la violencia estructural inducida por el mismo sistema capitalista, patriarcal; la corrupción importante en el país. Esta última está representada por la ley Riera-Zavala, la fiscala Sandra Quiñónez o los privilegios que tienen los grandes empresarios frente a los campesinos. No solo se trata de algunas personas responsables, sino que estamos hablando de todo un sistema heredado del colonialismo, el que rige el mundo hoy en día.

Esas discriminaciones invisibilizadas no deberían serlo, porque son de mayor importancia. Se trata de la vida de miles de personas y de derechos fundamentales que todas y todos deberían de tener. Por eso es importante ponerlas de relieve y tener en cuenta la noción de poder y dominación asociada.

Como lo dijo Bernarda Pesoa, lideresa de la comunidad indígena Qom de Santa Rosa, en Cerrito, varias veces: «La lucha no es solamente de los indígenas o campesinos, sino de todos y todas», porque esas situaciones no tendrían que pasar en ninguna parte del mundo.

*Estudiante francesa, cursante de una maestría en cooperación internacional enfocada en las organizaciones sociales, Universidad Grenoble Alpes.