En la edición del programa pasado conversamos con Francisca, una de las migrantes varadas en Puerto Falcón. Ella explicó que llevan varios días esperando volver a sus casas, hasta ahora sin ninguna respuesta por parte de los gobiernos tanto paraguayo como argentino, sobreviviendo gracias a la solidaridad entre migrantes y camioneros que les brindan una pieza con pasillo para aguantar la espera. Reflexionamos acerca de las violencias que se ejercen sobre las mujeres, la importancia de poder hablar entre nosotras, nombrar e identificar las situaciones de violencia y acompañarnos. Conversamos además con Alexa Torres sobre la necesidad de tejer una memoria contra la violencia. Reiteramos nuestro apoyo desde Conamuri, celebramos su valentía al denunciar un caso concreto de violencia de género, como es el acoso sexual del cual fue víctima por parte del religioso Silvestre Olmedo, autor confeso del delito que ahora se está deliberando en un juicio oral. Invitamos a acompañar la continuación del juicio, el próximo 31 de julio desde el juzgado de Luque desde las 7:30 hs., y a través de las redes #AlexaNoEstáSola. Ñe’ê Roky se emite los sábados de 16 a 17 hs. por la 1.300 AM Radio Fe y Alegría, con la conducción de Perla Álvarez y Cony Oviedo, en el bloque de formación está Fachu Aguilar. Este es un espacio radial realizado en el marco de la campaña por los derechos sexuales y reproductivos, «Basta de Violencia hacia las Mujeres», la cual tiene el apoyo de Grand Challenges Canada.
Para escuchar el audio del programa, haga clic aquí.
Recuperar los saberes de nuestras compañeras y poder compartirlos con los demás para nosotras es parte del ejercicio de promoción de la Soberanía Alimentaria.
El programa pasado escuchamos a Julia Díaz, de Repatriación, y Saturnina Almada, de Itapúa, quienes nos hablaron acerca de qué plantas medicinales podemos usar las mujeres para prevenir y cuidar de nuestra salud.
En el segundo bloque nos comunicamos con Mariluz Martín, del Movimiento por la Salud «María Rivarola» y ALAMES Py sobre la situación sanitaria en nuestro país en el contexto de la pandemia por Covid-19. Resaltó la importancia de cuidarnos y organizarnos en comunidad, y que la nueva normalidad que necesitamos deber apuntar a que ya no haya injusticia social.
En el bloque de formación para Pytyvõhára, Perla Álvarez explicó sobre los cuidados respecto al derecho que tenemos sobre nuestro cuerpo y la importancia de desarrollar la capacidad de diálogo y los cuidados.
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En esta edición, continuamos reflexionando sobre la violencia hacia niñas y mujeres indígenas. Nuestra compañera Bernarda Pesoa, lideresa del Pueblo Qom, compartió su análisis sobre la situación y expresó que cuando suceden estos hechos de violencia hay por una parte indiferencia y por la otra un interés que lleva a movilizaciones por una semana. Señaló cómo tampoco hay continuidad en el seguimiento de los casos que son reemplazados rápidamente por otras problemáticas sociales.
Con el caso de la niña Maricel (12), cuyo cuerpo inerte fue encontrado en un maizal a finales de junio pasado en el distrito de Pirapó, con señales de haber sido violentada sexualmente, se suman 5 casos de abuso contra niñas, adolescentes y mujeres indígenas en lo que va del año.
Bernarda Pesoa, referente de la Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas Conamuri, considera que la violencia se ha generalizado en el país y que en el contexto del confinamiento obligatorio por la pandemia de covid-19 se agravó en las comunidades indígenas. Debido a esto, es necesario seguir denunciando los casos para que no terminen siendo naturalizados. Además, dejó sus reflexiones con relación al informe del Poder Ejecutivo dado a conocer el 1 de julio pasado ante el Congreso Nacional.
¿Cuál es el posicionamiento de su organización ante los hechos de violencia contra niñas y mujeres indígenas que han tomado estado público?
La violencia se ha generalizado mucho en el país y ahora bajó a los territorios indígenas, por eso es necesario seguir denunciando situaciones que no deben ser naturalizadas. Pedimos apoyo de la prensa para visibilizar el aumento de la violencia contra las niñas indígenas, el abuso sexual y laboral contra las mujeres, todo empeoró con la complicidad del confinamiento. Muy poco sale en los medios, pronto se olvidan de que estamos ante un genocidio sistemático. Esto es un peligro, somos las productoras de la vida, las cuidadoras de las semillas, merecemos respeto y el derecho a vivir sin ser explotadas, con derechos básicos y eso es lo que siempre estamos reclamando al Estado paraguayo.
Necesitamos una respuesta urgente ante el aumento de la violencia contra niñas y mujeres indígenas, nos sentimos desprotegidas por parte de las instituciones frente al machismo. Todo está vinculado, así lo vemos, cuando nos despojan de la tierra, nos privan de condiciones dignas de vida y desarrollo. Hay comunidades indígenas mendigando en las calles de la ciudad expuestas a todo tipo de vicios y violencia, muchas se quedaron sin tierra por el avance del modelo agroexportador y vemos que ese es el origen de la violencia estructural que va en aumento, lo que a su vez provoca que existan otros tipos de violencia, especialmente hacia las mujeres.
A nosotras como mujeres indígenas solo nos queda recurrir a la solidaridad, nos queda la hermandad. Se ha derramado demasiada sangre indígena en esta tierra paraguaya, las jóvenes tienen que llevar en su conciencia que hacer marchas o manifestaciones, no se trata de una diversión, es por una causa social y cuando se derrama sangre indígena todos los pueblos indígenas nos sentimos golpeados. Queremos paz como todos los seres humanos, no queremos más seguir viviendo en zozobra, con miedo, basta de matanza de pueblos indígenas y de violencia contra las niñas, adolescentes y mujeres.
Las radios comunitarias y las redes sociales nos brindan apoyo y voz para hacer llegar nuestras denuncias ante la falta de respuesta del Estado. En Conamuri contamos con un espacio en la radio Fe y Alegría para visibilizar la situación de las mujeres y niñas indígenas, hay también bastantes violaciones a los derechos humanos.
¿Cómo vio el informe de gestión del presidente Mario Abdo Benítez desde el punto de vista de los pueblos indígenas?
En el informe general que el presidente Mario Abdo Benítez realizó a principios de mes no incluyó resultados de gestión de políticas públicas o de ejecución presupuestaria para los pueblos indígenas porque simplemente no existen. En esta situación de pandemia los pueblos indígenas fuimos asistidos por las organizaciones aliadas, la sociedad solidaria se movilizó para donar alimentos y otras necesidades básicas como elementos de higiene, frazadas, de parte del gobierno no tuvimos casi apoyo. Y eso se reflejó en el informe de gestión del presidente, para el Estado somos el furgón de cola, personas olvidadas.
En estos momentos se está cerrando la ruta del Km 376 para exigir mejoramiento de acceso a las comunidades Yakye Axa y Sawhoyamaxa, tierras conquistadas por la lucha de los pueblos indígenas y organizaciones sociales afines. Muchas familias indígenas están pasando hambre, hay sequía en el Chaco que empeora todo el panorama, por autogestión una comunidad de San Pedro en la región Oriental logró construir un pozo artesiano y un tanque, pero como no cuentan con conexión eléctrica no pueden hacer uso del agua corriente, tienen que caminar cientos de kilómetros para conseguir un poco de agua.
El genocidio indígena va de la mano con el programa de eliminación de la pobreza que impulsa el Estado. En nuestros territorios nosotros no nos sentimos pobres, otros dicen por nosotros que somos pobres, pero cuando nos despojan de nuestros territorios y nuestros modos de vida, ahí nos vuelven pobres, nos empobrecen al quitarnos nuestras tierras y cultura.
En el contexto de la pandemia, ¿se percibe la asistencia del Estado a las comunidades indígenas?
Estamos en un periodo crítico, la pandemia multiplicó nuestras necesidades, no tenemos trabajo seguro, no tenemos ingresos y hay familias que pasan días sin comer, con eso la salud se debilita y el riesgo de contagio es mucho mayor, el vivir aislados hace todo más difícil. El gobierno no tiene un programa para contrarrestar esta problemática, nadie analiza la situación desde la visión de la cultura de los pueblos indígenas.
Las ollas populares nos salvan el día, deberíamos contar con políticas públicas que garanticen el derecho a la alimentación de los pueblos indígenas, pero no estamos visibles en el presupuesto que se está ejecutando.
No nos tienen en cuenta en el contexto de Covid-19, somos indígenas, de la clase más baja nos tratan, pero cuando necesitan el voto en las elecciones sí llevan nuestra cédula y nos llaman paraguayos, no hay igualdad, sí mucha discriminación.
La cuarentena pasamos sin ayuda del gobierno, no nos tocó subsidios y Tekoporã cada vez pone más exigencias para entregar su aporte monetario. En todo momento tratamos de manejarnos según nuestras costumbres, mantenemos nuestra cultura, el ambiente sano, porque sabemos bien que la alimentación orgánica es el futuro del planeta.
Creemos que en las comunidades indígenas no llegó todavía el contagio porque de alguna manera conservamos todavía los bosques nativos y tenemos mucho conocimiento de la medicina natural, lugares donde conseguir miel de abeja, monte para reproducir fruto, nosotros dependemos de la naturaleza. Cuando el gobierno habla nunca lo hace desde el interés de conservar nuestra cultura y la cosmovisión indígena. Vamos a tener salud si el medio ambiente está sano, si ocurre lo contrario vamos a enfermar, por eso exigimos el derecho a la tierra, de ahí parte nuestro reclamo histórico.
¿Quién es Bernarda Pesoa?
Bernarda Pesoa es artesana y lideresa del Pueblo Qom de Cerrito, Chaco paraguayo. Referente de la Organización Conamuri, es una conocida defensora de los derechos campesinos e indígenas y de las mujeres de Paraguay. Además, ejerce de educadora popular en su lengua materna (Qom), fue facilitadora de un programa de alfabetización para adultos mayores y formó parte del equipo de investigación sobre embarazo adolescente en cuatro pueblos indígenas.
EN CONTEXTO
Casos recientes
28-01-2020. Adolescente de 14 años, violada y maniatada, abandonada en un predio de Asunción, integrante del Pueblo Mbya Guaraní, encontrada abusada sexualmente y maniatada en el microcentro de Asunción, encontrada en total estado de conmoción.
03-02-2020. Adolescente de 16 años embarazada, María Dolores Paredes, del Pueblo Enxet Sur, falleció esperando una ambulancia más de 5 horas en la comunidad La Esperanza, distrito de Irala Martínez, departamento de Presidente Hayes.
21-02-2020. Joven de 23 años encontrada muerta en el Parque Caballero de la ciudad capital. Carolina Espínola, del Pueblo Mbya Guaraní, comunidad Pakury Santa Librada, distrito de Jasy Kañy, departamento de Canindeyú. Supuesto suicidio.
24-02-2020. Niña de 12 años, encontrada muerta en una bolsa en cercanías de la Terminal de Ómnibus de Asunción: Francisca Araujo Cáceres, de la comunidad Yvy Pora, Curuguaty, perteneciente al Pueblo Mbya Guaraní, fue estrangulada y abandonada, atada de pies y manos en una mochila.
29-06-2020. Maricel, de 12 años, oriunda de la comunidad Manduviyu del distrito de Pirapó, perteneciente al pueblo Mbya Guaraní, fue encontrada en un maizal ubicado en la comunidad indígena Arroyo Corá, Km 21 del distrito de Capitán Meza (Itapúa). Fue abusada sexualmente y asesinada.
La semana pasada estuvo marcada por un hecho de violencia hacia Marisel, niña indígena de 12 años, de la comunidad Manduviju, localidad de Pirapó (Itapúa). Por ello, el programa Ñe’ē Roky en su emisión del sábado 4 de julio abordó el tema de la violencia ejercida hacia niñas y mujeres indígenas, analizando el contexto general con un Estado ausente a la hora de garantizar los derechos humanos del 2 % de la población cada vez más despojada de sus tierras, su territorio y por ende su cultura. Conversamos con Adriana Guzmán, compañera referente del Feminismo Comunitario de Bolivia. Nos habló de la necesidad de trabajar en las mismas comunidades para lograr que las mujeres vivan libres de violencia y la importancia de construir de manera colectiva. Compartimos una canción de la cantautora paraguaya Claudia Miranda y un texto de Fachu Aguilar sobre la lucha de las mujeres ante la inseguridad digital en estos tiempos. Estamos al aire por la 1300 AM Radio Fe y Alegría todos los sábados de 16 a 17 horas. Conducen Perla Álvarez y Cony Oviedo.
La agroecología es, en esencia, un modo de vida que rescata prácticas y técnicas desarrolladas por los pueblos indígenas y campesinos en su relación con la naturaleza para la producción de alimentos y el cuidado del suelo. La Organización de Mujeres Campesinas e Indígenas Conamuri, fundada en 1999, es pionera en nuestro país en la lucha por la agroecología y, en ese sentido, entre las acciones que desarrolla en el marco de sus luchas sociales, se encuentra la Escuela de Agroecología que llevan adelante en el marco de la promoción de la Soberanía Alimentaria, ideal de los pueblos que establece el derecho de definir sus propias políticas agrarias y alimentarias frente a terceros países. La coordinadora nacional, Alicia Amarilla, nos habla más al respecto.
¿Qué es la Escuela de Agroecología de Conamuri?
La Escuela de Agroecología surge de la Campaña por la Soberanía Alimentaria que empezó en el año 2009. En Conamuri asumimos este camino partiendo de la publicación de dos cartillas históricas, una sobre la importancia de las semillas nativas y criollas y otra sobre «Semilla Róga», el espacio donde hacemos la conservación y multiplicación de las semillas. En ambos materiales planteábamos las luchas que hasta hoy identifican a nuestra organización, el rescate de saberes ancestrales y el conocimiento empírico sobre las plantas medicinales, el cuidado del suelo, la producción sin agroquímicos y con enfoque agroecológico. El lema que resumía esas acciones era Ñañemitỹ oĩ haguã tekokatu.
Ya en el año 2006 empezamos con un primer grupo de vocería de jóvenes, que eran quienes promovían la Campaña en sus comunidades. Esto continuó hasta 2010, cuando se fundó «Semilla Róga» en Santory, Repatriación (Caaguazú). Desde ahí comenzamos a construir el proceso de la Escuela, fortaleciendo la formación teórica y práctica, construyendo la metodología del proceso pedagógico, mientras trabajábamos también en un proyecto de ley de defensa del maíz criollo y otro sobre semillas nativas. Años de ricos debates dieron como resultado la creación de la Escuela de Agroecología en el local de «Semilla Róga».
En cuanto a la organización de la Escuela, aplicamos el método de la educación popular y tenemos muy presente la mística propia de nuestro movimiento social; partimos de la realidad de cada región para generar el debate del que saldrán los conocimientos colectivos. Es importante que las mujeres politicen su trabajo para construir la base fundamental de la lucha contra el patriarcado a partir del conocimiento sobre medicina natural, la elaboración de alimentos típicos, la artesanía, el tejido, lo que se aprende en la universidad de la vida. Por esa razón, hacemos hincapié en los temas transversales como la igualdad de género y la comunicación popular. La temática que desarrollamos tiene que ver con la capacitación técnico-científica en cuanto a la biodiversidad, asociación de cultivos, tipos de suelo, etc., pero también abordamos la formación política con temas como el feminismo campesino y popular y otros.
¿Por qué es importante que la juventud campesina aprenda agroecología?
La Escuela está dirigida a hijas e hijos de familias campesinas e indígenas que son integrantes de Conamuri, allí se forman en saberes técnicos, científicos, y saberes rescatados del pueblo, los saberes ancestrales y el arandu ka’aty. Para valorar el trabajo de las mujeres en la agricultura campesina e indígena, ese trabajo que es invisibilizado, que en el proceso de producción en gran porcentaje corresponde a la mujer, la recuperación y conservación de las semillas, los saberes prácticos aplicados en la producción, los ciclos lunares, qué plantas cosechar o no según las observaciones de la luna o las estaciones, eso se aprende en la Escuela. La Agroecología es más que nada saber observar, uno tras otro surgen los experimentos, no hay fórmulas concretas, se hace asociación de ideas, se procede de acuerdo al tipo de suelo. La agroecología enseña a plantar abono verde y a recuperar el suelo.
Son técnicas rescatadas de la historia de la agricultura campesina e indígena que la juventud de hoy ya no conoce, entonces lo que hace la Escuela es afianzar estos procesos de rescate, promover la relación amigable con la naturaleza, el amor a la tierra, a la identidad campesina e indígena y la producción de alimentos saludables. Los jóvenes, varones y mujeres, llevan esas técnicas y prácticas a su finca para posicionarse por el arraigo, la identidad con el territorio y la cultura y, sobre todo, para producir sin uso de agroquímicos. Este es el trabajo minucioso que hace la Escuela, producir y comercializar con enfoque agroecológico y desde la economía solidaria y evitar el desarraigo de la juventud. Este logro se refleja en al menos tres o cuatro familias cada año y es una conquista del campesinado frente al modelo agroexportador que expulsa y despoja a las comunidades rurales. Es fundamental que las familias campesinas e indígenas continúen en su territorio porque de lo contrario están destinados a la desaparición.
En el marco de la pandemia no podemos hacer los encuentros mensuales de la Escuela de Agroecología, entonces implementamos los videos cortos que les hacemos llegar por WhatsApp a seis comunidades este año, y también compartimos en las redes sociales. Allí abordamos diferentes contenidos que son propios de las clases prácticas de la Escuela, cómo preparar almácigo, cómo hacer cobertura vegetal, asociación de cultivos, siembra en almácigo, elaboración de compostera, preparar biofertilizante casero, rotación de cultivos, la importancia de la huerta en la finca familiar, entre otros.
A propósito de la pandemia, ¿por qué considera que aumentó el interés de tener una huerta en casa estos últimos meses?
En este tiempo de vivir en modo Covid-19, el único sector que parece no haber disminuido sus funciones es la agricultura. Celebramos desde Conamuri, una organización de mujeres campesinas e indígenas, que mucha gente esté procurando tener sus huertas en algún rincón de su patio, trabajar y recuperar la tierra para producir sus propios alimentos en medio de la crisis global. Con esta situación hay una feroz especulación económica, aumentó bastante el costo de la canasta familiar básica y de alguna forma se instaló en la población urbana la idea de que consumir productos transgénicos hace daño a la salud. La gente busca alimentos sanos y para nosotras esta es una reacción a la crisis que estamos viviendo. En vez de comprar hortalizas con agrotóxicos o alimentos ultra procesados, la gente se está volcando a la recuperación de saberes sobre producción, que de alguna forma todos los paraguayos y las paraguayas tenemos por nuestro origen rural en gran mayoría. En el campo, la gente se inclina por la producción comunitaria porque las familias crecen y la tierra escasea. Ahora también hay un gran flujo de migrantes que están retornando de a poco, no fueron sujetos de derechos en el extranjero por su condición de indocumentados y vuelven en extrema pobreza, lo poco que tienen de tierra la destinan a crear una huerta. Por eso, la costumbre de cultivar la tierra no se perdió en Paraguay, son formas de producir que aprendimos en la niñez, ahora se pone en práctica para contar con algo qué comer.
Otra terrible noticia nos sacude, nos duele y nos indigna: Marisel, 12 años de edad, niña indígena del Pueblo Guaraní, fue abusada sexualmente y asesinada, su cuerpo abandonado al costado del camino en un maizal, en el distrito de Pirapó (Itapúa).
En lo que va del año 2020 se registran varios casos de violencia hacia las mujeres indígenas, resultado de la desprotección por parte del Estado porque los derechos humanos básicos no son garantizados para ninguno de los 19 pueblos indígenas que habitan territorio nacional, representantes de apenas el 2 % de la población total.
Esta situación de abandono, sin posibilidad de desarrollarse en su hábitat, el despojo de sus tierras, la migración del campo a la ciudad por la falta de oportunidades para la reproducción socio-cultural, recrudece la vida de las mujeres, colocándolas en una situación de mayor vulnerabilidad, expuestas a todo tipo de abusos, sobre todo a la violencia ejercida sobre sus cuerpos.
La falta de educación en salud sexual y reproductiva y el respeto hacia la vida de las mismas es una deuda histórica del Estado paraguayo.
Abordar el tema de la Educación Sexual y Reproductiva es una deuda histórica, así lo entendemos desde Conamuri y, por ello, el sábado 27 de junio conversamos y reflexionamos sobre el tema con Alicia Amarilla, en el marco de la campaña «Basta de violencia contra las mujeres».
Durante la semana pasada en nuestro país tomaron estado público casos de abuso sexual en menores, como el de una niña de 11 años dio a luz por cesárea y así algunos ejemplos que nos motivaron a conversar en profundidad sobre el tema con parte del equipo de formación.
«Ñe’ê Roky» en su segundo mes al aire, como cada sábado de 16 a 17 horas por la 1300 AM, Radio Fe y Alegría, aborda temas sobre la realidad de las comunidades campesinas e indígenas que forman parte de la Organización Conamuri, además de desarrollar clases virtuales sobre salud sexual y reproductiva.
En la emisión del 20 de junio nos informamos acerca de la problemática que se vive en la comunidad indígena de Vera Ro, distrito de Maracaná (departamento de Caaguazú). El conflicto de tierra amenaza a los pobladores pese a contar con título de propiedad de al menos 1300 hectáreas de tierras por parte del INDI. Actualmente han sido despojados de la mayor parte de sus tierras, quedándoles apenas unas 70 hectáreas; a eso se suman amedrentamientos por parte de matones y una ausencia total de la fiscalía para dar seguimiento al caso. En el audio, Beatriz Rivarola, lideresa de Conamuri, y Eliodoro Martínez, líder de la comunidad, nos relatan los pormenores del caso.
En el segundo bloque conversamos con Saturnina Almada, referente del distrito de Itapúa Poty (departamento de Itapúa), quien compartió con nosotras sus saberes sobre el uso o consumo de plantas medicinales en estos meses, además de detallar recetas y explicar cómo prepararlas.
En el tercer bloque se desarrolló la clase sobre saludad sexual y reproductiva con las Pytyvõhára Fachu Aguilar y Perla Alvarez, integrantes del equipo de formación.
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En esta edición nos ocupamos de Marinakue, a ocho años de la masacre que marcó la historia reciente del Paraguay. Conmemoramos el emblemático caso de la lucha por la tierra como ejercicio de memoria colectiva.