Manifiesto del 8 de Marzo

Paro Internacional de Mujeres Paraguay

 

Con nuestras diferencias pero juntas y solidarias, reconociendo todas nuestras reivindicaciones, sintiéndonos parte y actoras de las luchas de las mujeres en todos los continentes, alzamos nuestra voz las mujeres del Paraguay, del campo y las ciudades, de diversos departamentos, indígenas, estudiantes secundarias y universitarias, feministas, docentes, sindicalistas, artistas, políticas, mujeres viviendo con VIH/SIDA, mujeres de diversas profesiones, campesinas, productoras, migrantes, obreras, lesbianas, bisexuales, intersexuales, mujeres trans, niñas, adolescentes y adultas mayores, mujeres con discapacidad, trabajadoras sexuales, religiosas, agnósticas y ateas.

Sabemos que somos fuertes, siempre lo fuimos, y salimos adelante con la ayuda de otras mujeres. Estudiamos y trabajamos, criamos a nuestras hijas e hijos y a los niños y niñas de las demás, nos acompañamos cuando enfrentamos violencias, cuando decidimos migrar. Cultivamos, inventamos, somos creadoras de cambios.

Con la convicción de nuestra fortaleza PARAMOS y nos movilizamos por todas nuestras demandas y denuncias.

Somos discriminadas y la discriminación se profundiza con las particularidades y vivencias de cada una de nuestras identidades.

Nuestra sociedad está inmersa en un sistema capitalista, patriarcal, colonial y extractivista que oprime y explota, estableciendo relaciones desiguales y discriminatorias de clase y género, que fundamentan la opresión de las mujeres sacándonos nuestros derechos y oportunidades. Las decisiones que se toman en los espacios de poder político y social continúan estando bajo dominio masculino, y son tomadas sin nuestra participación real. Construyen políticas públicas sin nosotras.

Somos violentadas a diario. Nos acosan en la calle, en el barrio, en la iglesia, en nuestros puestos de trabajo, en las universidades, escuelas y organizaciones.

Nos agreden en sitios públicos y en nuestras casas. Si acudimos a las comisarías para denunciar violencia, no nos creen. Nos asesinan porque somos mujeres. Nos matan a golpes, dejan nuestros cuerpos tirados. En dos meses de este año han matado a 14 de nosotras. Esta violencia se desarrolla impunemente y bajo los ojos indiferentes de una sociedad inmersa en el machismo.

Somos víctimas de trata cuando nos secuestran y nos venden como mercancía con la complicidad de las autoridades. Somos víctimas de las malas políticas públicas cuando siendo trabajadoras sexuales adultas y libres, nos persiguen a nosotras en vez de perseguir a los tratantes; la policía es la primera en violentarnos y nos niegan los derechos laborales.

No nos enseñan educación integral de la sexualidad, ni a defendernos del abuso. Si vivimos con VIH/SIDA nos discriminan. El Estado no acciona con la urgencia necesaria ni siquiera ante la terrible realidad de abuso, y explotación sexual de niñas y adolescentes.

Como campesinas, luchamos por la aplicación de la reforma agraria integral que contemple el acceso a tierra. Nosotras sembramos y cosechamos pero no nos reconocen como agricultoras, nos fumigan con agrotóxicos, nos expulsan de nuestras tierras con violencia como en Guahory. Nos juzgan y condenan por buscar un lugar donde vivir y producir como en Marina Kue. Nos criminalizan. Las mujeres en lucha somos perseguidas desde el Estado incluso cuando defendemos nuestros derechos.

A las mujeres indígenas nos arrebatan nuestras tierras ancestrales y sufrimos el desarraigo, el abuso y la mendicidad. Desconocen nuestros saberes y nuestras capacidades de cuidar la tierra, nos explotan en las estancias y en las ciudades absolutamente olvidadas y excluidas por ser mujeres indígenas.
Como trabajadoras, no nos reconocen iguales derechos ni valoran el trabajo de cuidado que realizamos casi en solitario. Nos pagan 30% menos que a los hombres por igual trabajo y si somos trabajadoras domésticas nos discriminan en la misma ley. Aunque tengamos capacidad no nos ascienden y el acoso sexual lo vivimos a diario. Mientras, las patronales se pasan celebrando hipócritamente la maternidad, siguen agrediéndonos y nos amenazan con despedirnos o no contratarnos porque logramos nuestros derechos a permisos de lactancia y maternidad.

Morimos o perdemos hijos por falta de atención o insumos. Cuando acudimos a los servicios de salud, sufrimos violencia obstétrica. Si somos niñas nos obligan a proseguir embarazos resultados de abusos, 2 niñas al día son obligadas a parir frutos de violaciones. La penalización del aborto genera un problema de salud pública por la gran cantidad de mujeres muertas a causa de aborto inseguro y aún son condenadas por ello. Es urgente un debate público desprejuiciado y libre sobre la despenalización del aborto que tome en cuenta en primer término la salud de las niñas y las mujeres.

Si somos lesbianas o bisexuales nos violentan en nuestra propia familia y nos expulsan de lugares públicos y si estamos en la cárcel no nos permiten visitas privadas a las que tenemos derecho legalmente. Si somos trans nos matan y ni siquiera se investigan los crímenes.

Este Estado con todas sus instituciones, es incapaz de garantizar el acceso a la tierra, a un salario digno, a la vivienda, a la no discriminación, a la educación integral, a la soberanía alimentaria, a vivir en un ambiente saludable y una vida digna para todas las mujeres y niñas de la ciudad y del campo.

¡Estamos hartas de las desigualdades que genera el patriarcado!

Este 8 de marzo, rememoramos a nuestras ancestras trabajadoras que lucharon por la igualdad, a las que se opusieron a la explotación, a las dictaduras y a las discriminaciones, a las que hicieron huelgas, a las que se rebelaron. Hoy, no olvidando a nuestras muertas por violencia feminicida, y recordando a niñas víctimas de la violencia dictatorial como en el caso Caaguazú, y a las niñas esclavas sexuales, nos organizamos sin miedo, nos fortalecemos desde la acción conjunta y unidas, con fuerza,

EXIGIMOS:
· Una vida libre de violencia.
· Educación laica, no sexista, sin estereotipos y con una clara perspectiva de género para que podamos desarrollarnos en libertad y educación integral de la sexualidad con enfoque de derechos.
· Que las niñas dejen de ser obligadas a parir, que sean protegidas del criadazgo y que puedan ejercer libremente su derecho a ser niñas.
· Que la respuesta a las víctimas de abuso, explotación y acoso sexual sea inmediata y garantice que los casos no queden impunes y no se repitan. El Ministerio Público debe realizar investigaciones adecuadas y el Poder Judicial debe garantizar que los casos no queden impunes por chicanas y corrupción.
· Que la Universidad deje de ser el paraíso impune de los acosadores. Todas las universidades deben establecer protocolos de actuación que aseguren el acompañamiento a víctimas, una investigación que resguarde la confidencialidad y sanciones que garanticen la educación libre de violencia de género en las aulas.
· La aplicación efectiva de la Ley 5777/17 contra toda forma de violencia hacia las mujeres
· El fin de la criminalización de nuestras luchas por la tierra, contra la deforestación y la contaminación de nuestros bienes naturales.
· La vigencia plena del Estado Laico; que las iglesias respeten ese principio, dejen de proteger a abusadores de niñas y niños y a acosadores y empiecen a reconocer el liderazgo de las mujeres en sus jerarquías.
· La desmilitarización del campo, el fin de los desalojos violentos.
· Que se aplique la reforma agraria integral, garantizando el acceso a la tierra y a la producción a las mujeres campesinas. Que se acabe el monocultivo y el uso indiscriminado de agrotóxicos en nuestros territorios.
· Preservar y multiplicar nuestras semillas nativas y criollas con prácticas agroecológicas.
· La aprobación de la ley contra toda forma de discriminación. La erradicación de la discriminación contra las mujeres indígenas, trabajadoras sexuales, mujeres que viven con VIH, lesbianas, bisexuales, campesinas, migrantes, trans.
· El cumplimiento de los permisos de lactancia y maternidad, la prohibición de despidos cuando estamos embarazadas, la instalación de guarderías y lactarios en las empresas.
· Que se garantice nuestro derecho a la salud gratuita, universal y de calidad.
· Que se atiendan las necesidades de las mujeres con discapacidades reconociendo medidas claves como el uso de la lengua de señas.
· La apertura de un debate nacional serio para lograr la despenalización del aborto.
· El reconocimiento de la identidad de género de las mujeres trans a través del tratamiento y sanción de una ley que contemple este derecho como primer paso para la garantía plena de todos los derechos.
· Que el trabajo doméstico deje de estar legalmente discriminado y que se cumpla con las obligaciones internacionales en materia de igualdad salarial.
· La aprobación de la ley de paridad democrática, posibilitando que las mujeres estemos representadas de manera igualitaria en los espacios de decisión.
A toda la sociedad le decimos:
· Construyamos una sociedad donde ninguna mujer esté expuesta a sufrir violencia por el sólo hecho de ser mujer.
· Construyamos un país donde las niñas sean respetadas, protegidas de toda forma de violencia, y sean alentadas a vivir y crecer en libertad.
· Que la diversidad de las mujeres sea vista como una riqueza en la sociedad y no como factor que justifique discriminación.
· Por la autonomía de nuestros territorios y de nuestros cuerpos.
· Porque sin nosotras el mundo no funciona.

Y a todas las mujeres les decimos:

El patriarcado sabe que somos una fuerza poderosa, por eso nos dicen enemigas, envidiosas, histéricas, pero no les creemos. Somos conscientes de nuestro poder y de nuestra responsabilidad. Hoy más que nunca nos sabemos aliadas. Nos reconocemos y nos organizamos, superando las barreras de las trampas machistas, que ahora podemos ver. Por eso, nuestras estrategias políticas, sociales, culturales y de sobrevivencia son cada día más acertadas, efectivas y fuertes.

Somos semilla nativa, que lleva la sabiduría de miles de años de alegrías y resistencias, que brotando alimenta al barrio y al mundo, que existiendo es evidencia de que otro mundo es posible.

Somos también viento huracanado que arranca de raíz prejuicios históricos y milenarios. Sabemos mirarnos, reconocernos y respetarnos. Somos camino, somos código abierto, en transformación permanente. Somos conocimiento que se comparte. Somos propuesta que se hace viral, en las redes sociales y en las redes afectivas, laborales y militantes.

Nos reconocemos en la sororidad y la solidaridad de la lucha histórica de mujeres que soñaban con una sociedad justa e igualitaria para todas. Desde las primeras que alzaron la voz y pusieron el cuerpo para que podamos vivir en igualdad. Estamos en un momento histórico y no hay vuelta atrás porque las mujeres con convicción, amor y ternura antipatriarcal nos queremos libres a nosotras y a las generaciones futuras.

Desde Paraguay sumadas a más de 50 países, hoy, 8 de marzo de 2017, decimos:

Ore rembiapo ndovaléirõ, pemba’apo ore rehe’ŷ! Roikovese ha roikovéta!
¡Si nuestro trabajo no vale, produzcan sin nosotras! ¡Vivas nos queremos!