Manifiesto 25NPy 2020

Este 25 de noviembre nos encuentra en medio de una pandemia, que sacude al mundo entero. La crisis sanitaria y económica nos tuvo a las mujeres en la primera línea, cuidando, alimentando, trabajando; y a la vez, reforzó muchas violencias hacia nosotras.

Nuestras voces son diversas. Somos niñas, adolescentes, mujeres adultas, adultas mayores, campesinas, indígenas, negras, estudiantes secundarias y universitarias, neurodivergentes, sindicalistas, urbanas, bañadenses, investigadoras, artistas, mujeres de partidos políticos, trabajadoras sexuales, periodistas, autoconvocadas, lesbianas, pansexuales, bisexuales, mujeres trans y no binarias.

Somos personas que ocupamos activamente el espacio público, nuestros barrios, ciudades, y el espacio digital, nos posicionamos y alzamos nuestras voces. Estamos comprometidas a transformar los espacios que ocupamos para pertenecer a espacios verdaderamente libres de violencia.

El feminismo que militamos implica la lucha conjunta por la conquista de derechos para las personas menos privilegiadas dentro de este sistema patriarcal, que discrimina por género, raza, etnia, clase.

El sistema capitalista mostró su verdadero rostro durante la pandemia. La respuesta fue exponer nuestras vidas, despedirnos o precarizar nuestro trabajo, bajando salarios, recortando beneficios y aumentando las horas de trabajo con el teletrabajo. Si bien nos afectó a todos, las mujeres nos llevamos la peor parte.

Los trabajadores de la salud, que en su mayoría son realizados por mujeres, tuvieron una sobrecarga brutal y mucha exposición por falta de equipamiento de bioseguridad. Las docentes, también mujeres en su mayoría, tuvieron que comprarse computadoras y solventar un enorme gasto en internet, con un horario de trabajo que nunca acaba.

Para las madres trabajadoras la situación fue y es crítica. El cierre de escuelas, colegios, y centros de atención a niños y niñas hizo que la doble jornada que padecemos las mujeres se agudice al reforzarse los trabajos de cuidado y al tener que ocuparnos de nuestros hijos y de la casa todo el tiempo, mientras trabajamos. A esto se suman la atención escolar, generando un significativo desgaste físico y psíquico.

Esta situación incluso llevó a muchas a perder su trabajo, lo que implica dependencia económica y con ello pérdida de autonomía.

Nos organizamos y nos reencontramos para decir que ¡Nuestras voces no están en cuarentena! ¡Pehendu!:

Denunciamos las injusticias y atropellos que sufrimos las mujeres y las niñas de este país. Decimos enfáticamente que las aplicaciones o determinaciones administrativas, como las medidas sustitutivas o alejamiento del hogar, no resuelven el problema que sufrimos las mujeres, por el contrario, en muchos casos es utilizado por el agresor para cometer asesinatos.

Denunciamos el asesinato de niñas durante este año, pedimos justicia para Francisca, Lilian y María Carmen, entre otras.

Denunciamos que el Estado nos encierre con los que nos violentan, exponiendo nuestras vidas. En lo que va del año son 39 mujeres víctimas de feminicidio, entre ellas 6 niñas. Muchas de ellas eran madres que dejan huérfanos a 40 hijas e hijos, a esto se suman los 19 intentos de feminicidio.

Denunciamos la impunidad en los casos de víctimas de acosos y abusos en la Iglesia Católica. Ninguna mujer debería abandonar su país y exiliarse en el extranjero por haber sido acosada por una persona con poder en la estructura eclesial y judicial, mientras los victimarios siguen gozando de total impunidad.

Denunciamos que con esta pandemia se recrudeció la violencia estructural y aumentaron en el campo los embarazos no deseados y los partos en las casas, poniendo en peligro la vida de mujeres y niñas, por no poder acceder a los cuidados necesarios y no poder asistir a centros de salud.

Denunciamos que se ha incrementado la criminalización del movimiento feminista y varios colectivos sufrimos del acoso por parte de civiles y autoridades.

Denunciamos que la patronal aprovecha la pandemia para despedir y precarizar el trabajo, eliminar beneficios laborales y además rebajar los salarios. Y al Estado es cómplice de esta situación. 

Denunciamos que las compañeras sindicalistas sufren más que nunca la persecución laboral por defender a las compañeras y compañeros. Denunciamos el acoso sexual que sufrimos las trabajadoras en nuestro lugar de trabajo.

Denunciamos la violencia y discriminación que sufren las lesbianas privadas de libertad. El Estado invierte en mantener las relaciones heterosexuales de las personas privadas de libertad, pero discrimina y priva de sus derechos a las lesbianas. 

Denunciamos que la violencia contra adolescentes y jóvenes lesbianas, bisexuales, y trans al interior de las familias se ha recrudecido durante el encierro de la cuarentena.

Denunciamos que las personas trans, travestis y no binarias somos asesinadas y violentadas de distintas formas y se atropellan nuestros derechos. Por eso decimos que la violencia no está en cuarentena. A pesar de eso gritamos que nuestras vidas valen. 

Denunciamos que el sistema de salud sigue violentando a las lesbianas que logran atravesar las barreras para acceder a él. Denunciamos a las mal llamadas terapias correctivas que son tortura para lesbianas, bisexuales, trans y todas las personas disidentes de la sexualidad y del género.  

Denunciamos que la violencia machista ejercida tanto por varones como mujeres está instalada también dentro de las aulas de escuelas y colegios expresada de diferentes formas: desde relaciones autoritarias, hasta violencias sexuales por parte de docentes hacia estudiantes, quedando los primeros en la más absoluta impunidad y tomando represalias hacia quienes osan denunciar.

Denunciamos el acoso y discriminación que sufrimos las mujeres y minorías en las universidades. El desarrollo de la vida universitaria debe ser una experiencia única, llena de oportunidades, de crecimiento personal y académico; NO de violencia, donde tengamos cuidado de hablar con profesores por miedo a que nos acosen; donde no queramos quedarnos a solas con nuestros compañeros; donde nos silencien; donde nos violenten gremialmente; donde no nos dejen producir para la academia; donde nos ninguneen por ser mujeres. 

Denunciamos la violencia obstétrica. Estamos hastiadas de cómo se la naturaliza. Nos maltratan y humillan en uno de los momentos más vulnerables por los que atravesamos como mujeres. Nos tocan, cortan, nos quieren callar a pesar del dolor y se apropian de nuestros cuerpos, sin permiso y sin motivo, a veces sólo con el objeto de ganar más plata, otras por negligencia, y en todos los casos por falta de empatía y humanidad. 

Nosotras:

Reivindicamos a nuestras compañeras lideresas de cada territorio que luchan por el derecho a la tierra y a la ciudad. 

Reivindicamos el rol de las mujeres dentro de cada profesión, que luchan por ganarse el respeto de sus compañeros y por un salario digno e igualitario.

Reivindicamos a las mujeres que luchan para vivir en espacios públicos y privados seguros para todas y todes, porque entendemos que la seguridad en las calles es a veces una cuestión de iluminación, pero es siempre una cuestión de cultura patriarcal.

Reivindicamos a las mujeres que realizan trabajos de cuidado, tratado de segunda categoría. El cuidado de familias y comunidades enteras, a través de los trabajos de limpieza, cuidado de niñas y niños, familiares enfermos, adultas y adultos mayores. Así como también el reciclado, las ollas populares y las acciones en comisiones vecinales por mejorar la vida del barrio y resistir en sus territorios; el cual debe ser necesariamente visibilizado y valorado como parte fundamental del buen vivir para las comunidades.

Reivindicamos a la diversidad de las familias existentes, las personas disidentes de la sexualidad y del género, también formamos familias.

Reivindicamos a las mujeres que abrieron caminos en el pasado cuyo trabajo exigimos visibilizar en la academia, queremos que se reconozca la diversidad de personas que influyeron en nuestra historia, queremos reconocer a las mujeres que luchan en el presente, y fortalecernos para construir un futuro diferente.

Exigimos:

Exigimos al Estado el cumplimiento de sus obligaciones y compromisos para con las mujeres del campo, que incluye vivir en un ambiente sano, libre de violencia y donde podamos desarrollarnos autónomamente y con dignidad, y para ello necesitamos que el Estado encamine políticas públicas de Reforma Agraria y que ratifique la Declaración de los Derechos Campesinos que nos permitirá contar con un instrumento de protección de nuestros derechos como clase trabajadora del campo. Queremos el fomento de una agricultura agroecológica que nos permita seguir siendo protagonistas de la producción de alimentos para proveer a las ciudades, salud y calidad a precios justos, para enfrentar con mayor fuerza los golpes de la pandemia por Covid-19.

Exigimos poder caminar en las calles sin miedo y habitar los espacios físicos y digitales que nos pertenecen con seguridad.

Exigimos tener acceso a albergues para protegernos en casos de relaciones abusivas y poder reiniciar nuestras vidas alejadas de la violencia intrafamiliar. 

Exigimos un Estado que no esté dominado por las multinacionales anti-derechos y que se preocupe realmente por erradicar la violencia contra las mujeres en toda su diversidad. Tenemos derecho a un ambiente laboral libre de violencia y acoso. Reclamamos al Estado el combate al acoso en el ámbito del trabajo, y para eso, hacemos un llamado a que se ratifique el convenio sobre la violencia y el acoso, de la OIT. 

Exigimos que se efectivice en Paraguay el Estado Laico y una Justicia Laica. No aceptamos que existan injerencias religiosas en las políticas públicas relacionadas a educación integral de la sexualidad, salud sexual y reproductiva, la diversidad sexual y la identidad de género.

Exigimos que las personas trans, travestis y no binarias podamos acceder sin sufrir de violencia a formar nuestra identidad y elegir nuestros nombres, a los espacios públicos, digitales y privados, así como a educación, salud y trabajo digno. Queremos el acceso a todos nuestros legítimos derechos. Vamos por ello a pesar del dolor y no daremos un paso atrás.

Exigimos una educación inclusiva libre del eurocentrismo, homofobia, transfobia, colonialismo, racismo y misoginia, que no discrimine por discapacidad, que sea más crítico y humano y reforzado por descubrimientos actuales y no enfocado en mitos.

Exigimos que los servicios de atención en salud mental incorporen transversalmente la perspectiva de género y que se acaben las atenciones violentas y machistas que profundizan el sufrimiento psíquico en lugar de promover derechos y respetar a las personas que buscan servicios de calidad.

Exigimos que se determine claramente cuánto debe ser la prestación alimentaria para proteger a madres y niñes. Exigimos que los procesos legales como este dejen de violentar a mujeres de todos los grupos sociales.

Exigimos que se de subsidio a los artistas, un sector poco visibilizado, y que se nos deje de responsabilizar individualmente por cuestiones que deben ser públicas.

Exigimos nuestro derecho a ser atendidas, con calidad y calidez durante los procesos gineco-obstétricos, sea por gestación, abortos y por cualquier situación por la que atravesemos en esos momentos.

Exigimos que las universidades públicas y privadas reconozcan y atiendan a la violencia que existe dentro de ellas como una problemática social de primera necesidad; empezando por la aprobación del protocolo que hace un año está en la UNA para luego replicarlo a otras universidades de todo el país ¡Protocolo ya!

Exigimos que los medios revisen su manera de comunicar y sean conscientes de la responsabilidad que tienen en la reproducción y espectacularización de la violencia. Basta de dar aire a feminicidas y culpar a las mujeres por la violencia que reciben.

La mujer no es serviha, somos personas con capacidad de decidir, crear y transformar la realidad para toda la humanidad, porque nosotras nos pensamos en colectivo y porque lo personal es político.

Vamos a seguir luchando por un Paraguay sin violencia en el hogar, en el ámbito digital, en la calle, en las instituciones educativas, en el trabajo, en el campo y la ciudad; por un Paraguay más respetuoso con la naturaleza y por la mejor distribución de tierra. Por un Paraguay con pan, trabajo, educación, salud para todas, todos y todes.

Nunca más se tendrá la comodidad de nuestro silencio, nosotras rebeldes, luchadoras incansables e insumisas vamos a seguir marchando los 365 días del año en nuestros territorios. Vamos a continuar transitando el legado de nuestras compañeras históricas, de nuestras ancestras y el de nuestra compañera Anahí Vera, que nos acompañará siempre en esta que es la lucha de todas.

Nos vamos a encontrar cada 8M y 25N para recordar a la sociedad que estamos construyendo una vida libre de violencias.

Basta de violencias contra las mujeres

Nuestras voces no están en cuarentena. Pehendu!