¡Justicia para Fernanda!

¡Basta de feminicidios y de un Estado cómplice!

Comunicado de Conamuri

El cuerpo calcinado y cercenado de María Fernanda Benítez Martínez, adolescente de 17 años, embarazada, fue hallado días atrás en Coronel Oviedo. El horror de su historia resuena en la sociedad, porque la brutalidad de este crimen nos deja sin palabras. No fue un hecho aislado. No fue una tragedia individual. Fue un feminicidio con todos los elementos, cometido por su agresor ―un adolescente de su misma edad, padre del bebé que ella esperaba― y acompañado de una amiga de él, de 19 años, en calidad de cómplice y coautora.

Nuevamente, el machismo se cobró la vida de una mujer. Esta vez, una adolescente fue privada del derecho a decidir sobre su cuerpo, sobre su maternidad, sobre su vida. Porque no tienen problema en obligarlas a parir, pero sí se atribuyen el derecho de matarlas si su decisión personal incomoda.

Mientras tanto, las cifras crecen. Las niñas y adolescentes desaparecidas se cuentan por decenas. La Policía repite que hay que “esperar 24 o 48 horas” para buscarlas. ¿Esperar? ¿Y cuánto tiempo les habrá tomado asesinar a Fernanda?

Este no es un caso más. Es una muestra brutal de lo que estamos enfrentando como mujeres, adolescentes, niñas, cuerpos feminizados en un país con autoridades que miran hacia otro lado, con un presidente que no termina de bajar de un avión para subir a otro, de gira en gira. Donde el Estado se vuelve cómplice al no garantizar una Educación Integral de la Sexualidad (ESI), al prohibir que se hable de consentimiento, de autocuidado, de placer, de abuso, de vínculos, y que, en su lugar, siembra ignorancia, vergüenza y miedo.

Las juventudes, especialmente en sectores rurales y populares, ven disminuidas sus oportunidades de acceso a una educación sexual integral, a servicios de salud sexual, reproductiva y no reproductiva. Excluir el enfoque de derechos en la educación afecta directamente el desarrollo personal y colectivo. Existe una ideología fundamentalista que promueve la censura de temas como el placer, la diversidad sexual o la construcción libre de identidades. Esta represión sistemática representa una amenaza directa a los derechos humanos.

Desde Conamuri exigimos una respuesta contundente del Estado, que los representantes públicos dejen de perseguir beneficios personales mientras los feminicidas se multiplican, en un contexto de salud mental deteriorada e instituciones que no saben abordar las problemáticas actuales. Como botones de muestra, recordamos otros nombres que duelen: el de Melisa Fleitas, cuyo cuerpo enterrado fue hallado meses después de su desaparición gracias a la insistencia de sus amigas (su feminicida sigue prófugo); el de María Enciso, de 33 años, madre de cinco hijos, cuyo cuerpo desmembrado fue encontrado flotando en el río Jejuí, en San Pedro; el de la niña Valeriana Arce, de la comunidad nivaclé de Santa Teresita, abusada y asesinada en el monte.

Las mujeres no estamos seguras en Paraguay. Ni las niñas. Ni las adolescentes. Nadie está a salvo cuando el sistema protege al agresor y revictimiza a quien denuncia.

Nos duele profundamente cada una de las mujeres asesinadas, las desaparecidas. Pero también nos invade la rabia por la hipocresía de un Gobierno que se llena la boca hablando de valores mientras desmantela el Ministerio de la Mujer, el único espacio institucional que, con todas sus limitaciones, al menos tiene el mandato de protegernos.

¡Justicia para Fernanda y todas nuestras muertas!
¡ESI para prevenir, no para penalizar!
Fernanda rérape, topa jejahéi kuña rekovére!